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La Unión de Consumidores de Euskadi- UCE cifra en 2.100 euros la factura energética

Lunes, Diciembre 15, 2025

Fuente: El Diario Vasco

La eibarresa Ana Alzaga, secretaria general de la Unión de Consumidores de Euskadi (UCE) confirmó que en 2024 la factura energética media de un hogar vasco superó los 2.100 euros anuales, sumando electricidad y, en gran medida, carburantes. Una cifra que, como recuerda Alzaga, «no es un número en una estadística, sino una losa mensual que condiciona la vida cotidiana de miles de familias». Las diferencias, entre hogares, según el nivel de renta son claras. Los hogares con menos ingresos destinan más del 4 % de su gasto total a la electricidad, mientras que en los de mayor renta este porcentaje se sitúa en torno al 1,5 %. No es que los que menos tienen consuman más energía, sino que parten de peores condiciones. «Las familias con menos recursos suelen vivir en viviendas más antiguas y menos eficientes, con peor aislamiento, sistemas de calefacción obsoletos y electrodomésticos de bajo rendimiento», explica Alzaga.

Para alcanzar unas condiciones mínimas de confort necesitan gastar más energía, pero son precisamente las que menos capacidad tienen para invertir en mejoras que reducirían su consumo. En la propia estructura de la factura eléctrica, una parte muy importante del recibo está compuesta por costes fijos —potencia contratada, peajes, impuestos— que apenas dependen del consumo. «Aunque una familia se apriete el cinturón y baje al mínimo el uso de luz, hay un tramo de la factura que no perdona», denuncia. «Esos costes fijos pesan mucho más en los hogares de renta baja y convierten la electricidad en un lujo relativo».

En el otro extremo, los hogares con mayores ingresos suelen residir en viviendas más modernas o rehabilitadas, con mejor aislamiento y equipamiento eficiente. Además, tienen margen para invertir en rehabilitación energética, autoconsumo fotovoltaico o electrodomésticos de bajo consumo. El resultado es que el peso de la energía en su presupuesto es mucho menor, aunque en términos absolutos incluso puedan gastar más.

A todo ello se añade un fenómeno silencioso: el bajo consumo involuntario. Son hogares que reducen la calefacción al mínimo, limitan el uso de electrodomésticos o renuncian al confort térmico por miedo a la factura. «En las estadísticas puede parecer que consumen poca energía y que son muy eficientes, pero detrás de esos datos hay personas que pasan frío o viven con ansiedad cada vez que llega el recibo de la luz».