Las campañas de fidelización son muy habituales en el comercio, como los cupones de antaño, y también se están imponiendo en las finanzas. Por ejemplo, en la banca, donde las entidades buscan tanto mantener a sus clientes de toda la vida como atraer a nuevos. Un claro ejemplo son las campañas de captación de nóminas, en las que los bancos te ofrecen incluso dinero si abres una cuenta y domicilias tu nómina durante un periodo de tiempo determinado.
Pero no sólo las entidades están interesadas en fidelizar al cliente; también son cada vez más las grandes cadenas comerciales o las empresas de servicios que ofrecen tarjetas que bridan a su titular una serie de ventajas adicionales.
Estas tarjetas de fidelización pueden ser físicas o virtuales y ofrecen, entre sus beneficios, descuentos en compras, programas de puntos o acceso exclusivo a las promociones. Además, es habitual que muchas de estas tarjetas te permitan aplazar tus pagos.
La finalidad de estas tarjetas es retener al cliente, por lo que generalmente son gratuitas y no requieren el cumplimiento de requisitos para su concesión.
Pero no todo son ventajas. Normalmente, para obtenerlas tendrás que proporcionar algunos datos personales, como tu nombre, dirección de correo electrónico y número de teléfono y aceptar los términos y condiciones del programa de fidelización.
Si te decides por alguna de ellas, debes saber que el establecimiento dispone de tus datos y conocerá tus hábitos de consumo y le permitirá realizar ofertas especialmente diseñadas para ti.
Ten presente que estas atractivas ofertas pueden llevarte a consumir más de lo necesario y que, aunque pequeñas, son deudas que tendrás que pagar.